miércoles, 8 de abril de 2009

Me subo en un tren y pienso en... trenes!

Esta mañana, cansado de coger el tren un día tras otro, no se me ocurre otra cosa que acordarme de que para muchos la vida está compuesta por trenes, trenes que solo pasan una vez.

Hablar de trenes perdidos, de trenes que jamás volverán, es conformarse y resignarse. Es romper las vías para el futuro. Suele pasar que convertimos algo que se nos escapó en algo perfecto, en algo idílico, en aquello que siempre habíamos soñado, cuando en realidad nunca sabremos como hubiera sido. Cuantas veces hemos creído estar en el tren correcto y hemos terminado descarrilando desde el primero hasta el último vagón.

Los trenes no dejan de circular, con más o menos retraso, pero nunca paran. Todos estamos montados en alguno y, muchas veces no pasa de largo el tren que queremos, sino que, subidos en otro, nosotros lo dejamos atrás por no habernos bajado en la estación correcta.

Poca gente está destinada a ser feliz con un único y exclusivo tren. Siempre vendrá otro, posiblemente muy distinto, pero llegará a tiempo y con tiempo suficiente para preparar el equipaje y partir sin prisa, pudiéndonos despedir de lo que dejamos atrás. Quizás este tren sea más adecuado que el anterior. No existe tren adecuado por si mismo, siempre será dependiente del momento.

Puede pasar que nos quedemos dormidos en la estación, que nos den las 24:00 y se hayan ido todos los trenes. Entonces habrá que coger un autobús, un taxi, andar o aprovechar para dormir hasta el día siguiente donde todo se pone en movimiento de nuevo. No todo se resume en trenes y mucho menos en un único tren.

El único tren que solo pasa una vez es la vida y encima tiene un trayecto mas corto de lo que pensamos. Mejor que buscar mas trenes será cuidar los raíles para no descarrilar antes de tiempo.
Lo bueno de los trenes es que no se les pinchan las ruedas.

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